La bibliografía internacional indica que la
ceniza volcánica ataca principalmente a: el aparato respiratorio; la
piel y los ojos, causando conjuntivitis y/o alguna otra enfermedad
relacionada. A nivel de aparato respiratorio superior, produce
irritación determinando rinitis, faringitis, amigdalitis, laringitis
y empeoramiento de la sinusitis. Los efectos directos sobre las áreas
inferiores estarían determinados especialmente por el tamaño de las
partículas respirables. Como la ceniza volcánica esta constituida
especialmente de SIO2,
esta sustancia puede producir irritación local y desarrollar silicosis. Los
pacientes con silicosis tienen altas tasas de tuberculosis. El
Ecuador tiene una prevalencia muy alta de tuberculosis pulmonar según
las estadísticas del Ministerio de Salud,2
especialmente en poblaciones indígenas, de las cuales viven algunas
alrededor del volcán. Las provincias de chimborazo y tungurahua han
presentado, en la segunda mitad de los años 1990, prevalencias altas
de tuberculosis. Existe por tanto la posibilidad de que personas
infectadas, que no presentan la enfermedad, pudieran desarrollarla,
activando focos latentes por vía irritativa silicótica por el SiO2.
Los pacientes que sufren hiperactividad bronquial, los bronquíticos
crónicos, los pacientes asmáticos, y las enfermedades pulmonares
obstructivas crónicas pueden complicarse.
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